crianza respetuosa

Tips para desarrollar el hábito del orden

Tips para desarrollar el hábito del orden

¿Te has parado a pensar en la cantidad de tiempo que ocupas intentado que tu hijo o hija recoja sus juguetes o mantenga en orden su habitación? 

¿Cuántos conflictos tenéis al cabo de la semana (o del día) para que su mesa, su cuarto, se mantenga con un mínimo de orden?

Y al final, bien sea por tiempo, bien porque pensamos que son muy peques o por evitarnos una discusión, los padres o las madres terminamos recogiendo y ordenando el desorden que dejan a su paso.

Pero hay algunas técnicas que te pueden ayudar en esta labor y te alejen de la desesperación.

 

Así que si quieres asumir el reto ¡te invitamos a que sigas leyendo!

Desarrollar El Hábito Del Orden

¿Te has parado a pensar en la cantidad de tiempo que ocupas intentado que tu hijo o hija recoja sus juguetes o mantenga en orden su habitación? 

¿Cuántos conflictos tenéis al cabo de la semana (o del día) para que su mesa, su cuarto, se mantenga con un mínimo de orden?

Y al final, bien sea por tiempo, bien porque pensamos que son muy peques o por evitarnos una discusión, los padres o las madres terminamos recogiendo y ordenando el desorden que dejan a su paso.

Pero hay algunas técnicas que te pueden ayudar en esta labor y te alejen de la desesperación.

 

Así que, si quieres asumir el reto ¡te invitamos a que sigas leyendo!

Desarrollar El Hábito Del Orden

La importancia del orden en los y las peques

La creación de hábitos en niños y niñas es muy, muy importante en su desarrollo. Y el hábito de ser ordenado mejorará muchos aspectos en su vida, porque si eres una persona ordenada y disfrutas de un entorno ordenado el estado de ánimo y la misma estructura mental se inclinará también al orden y se verán favorecidos.

Entre las consecuencias positivas de que los niños y las niñas sean ordenados podemos mencionar:

  • Al ordenar sus juguetes o ayudar con las tareas del hogar tienden a crecer más responsables y favorece su autoestima.
  • Se logra un ambiente de bienestar, armonía y equilibrio, por lo que le apetece más estar y disfrutar del lugar donde se encuentran.
  • Permite un mejor aprovechamiento del tiempo, al encontrar las cosas con rapidez.
  • Al establecer un orden, estimulamos también en el niño o la niña el orden en las ideas, desarrollando la lógica y la coherencia y por tanto.

¿Cuándo iniciar el hábito del orden en los y las peques?

Debemos tener claro que, lo más habitual, es que los y las peques tiendan a ser desordenados, y es tarea de sus papás y sus mamás ayudarles y acompañarles para conseguir serlo.

Lo mejor, es empezar cuanto antes. Y con eso queremos decir, que el mejor momento para comenzar con esta tarea es cuando tienen entre los 0 y los 3 años, porque es una edad en la que aprenden rápidamente.

Aunque pensemos que es demasiado pronto, que no entenderán lo que se les pide, o que no tienen la capacidad de hacer ciertas cosas, resulta ser el momento más apropiado, porque su cerebro es una esponjita y es más fácil establecer cierto orden y que crezcan viendo estos hábitos como lo natural.

Desde esa corta edad se les puede ir enseñando a meter sus juguetes en cajas y que asocien recoger con orden. En estas edades es importante hacerlo a modo de juego, pero con frases cortas y precisas, que señalen con exactitud lo que se espera que hagan “Guardalos muñecos en la caja, por favor”.

¿Cómo conseguir que sean ordenados?

Cómo ya hemos comentado, la mejor estrategia para conseguir que las niñas y los niños aprendan a ser ordenados es a través del juego. Haz que su proceso sea divertido, invítalo a recoger todos sus juguetes por ejemplo en el tiempo en el que cantas una canción. Haz que lo recoja por colores, primero todo lo que tenga rojo, luego los juguetes que tengan azul…

¡¡Que recoger y ordenar no sea un castigo!!

Pero tenemos otros truquitos.

Cómo ya hemos comentado, la mejor estrategia para conseguir que las niñas y los niños aprendan a ser ordenados es a través del juego. Haz que su proceso sea divertido, invítalo a recoger todos sus juguetes por ejemplo en el tiempo en el que cantas una canción. Haz que lo recoja por colores, primero todo lo que tenga rojo, luego los juguetes que tengan azul…

¡¡Que recoger y ordenar no sea un castigo!!

Pero tenemos otros truquitos.

Sé un ejemplo a seguir:

Los niños y niñas aprenden mejor por imitación, repiten lo que ven. Sabes que la “coherencia” es una de nuestras máximas. Un papá o una mamá que deja sus cosas por todos lados, un hermanito o hermanita mayor que no recoge sus juguetes… son el mejor aliciente para que el peque o la peque no sea ordenado/a.

Los papás y las mamás no pueden pedir algo que no están dispuestos a hacer ellos/as mismos/as. Si tú eres ordenado ¡tu peque también lo será! porque sencillamente los peques imitan el comportamiento de papá y mamá. Sé un modelo de orden que tus peques repliquen.

 

Un orden accesible.

Es importante tener cada cosa en su sitio y tener un sitio para cada cosa.

Facilítale ser ordenado/a poniendo las cosas a su alcance y de una forma segmentada, por ejemplo por medio de cajas que pondrás a su altura para que puedan hacerlo de forma autónoma. Déjales libertad para que decidan como desean ordenar e incluso pueden clasificar o etiquetar las cajas: una para peluches, otra para puzzles, otra para libros…

Un orden accesible.

Es importante tener cada cosa en su sitio y tener un sitio para cada cosa.

Facilítale ser ordenado/a poniendo las cosas a su alcance y de una forma segmentada, por ejemplo por medio de cajas que pondrás a su altura para que pueda hacerlo de forma autónoma. Déjales libertad para que decidan cómo desean ordena e incluso pueden clasificar o etiqueta las cajas: una para peluches, otra para puzles, otra para libros…

 

Establecer rutinas sin parecer autoritario

También es conveniente repetir sistemáticamente la tarea. No vale un día ordenarlo todo y mañana no hace falta que recoja nada. Repetir la tarea hace que la interioricen. Puedes ayudarte de una tabla de rutinas donde ellos y ellas podrán ir marcando la tarea que han realizado.

 

Reconocer y recompensar

Tampoco podemos olvidarnos de reconocer su esfuerzo. Estamos de acuerdo en que no se trata de comprarles para que hagan su tarea ni de alabarle constantemente por cumplir con sus responsabilidades, pero puedes visibilizar que han hecho la tarea, por ejemplo, a través de simples frases: ¡El cuarto está muy ordenado! ¡Qué gusto da entrar en tu habitación!

Ellos y ellas necesitan saber que están haciendo las cosas bien.

Beneficios de Aprender a Perder

Beneficios de Aprender a Perder

Seguramente en más de una ocasión has tenido que presenciar rabietas, enfados, berrinches o pataletas cuando tus peques pierden en los juegos o cuando las cosas no salen como esperaban. ¡Sorpresa!

Una patada a la silla porque su dibujo no salió perfecto, un gesto furioso porque no le dio bien al balón, o una pelea en casa porque el hermano/a o amigo/a ganó la partida.

¿Cada vez que pierde en un juego se enfada sin control?

Enfadarse cuando pierden es una reacción absolutamente normal. Los niños y las niñas cuando se sienten frustrados lo expresan con su cuerpo, a través de gestos y con su tono de voz. A su edad no tienen ni las habilidades para manejar este sentimiento.

Pero, ¿Qué podemos hacer las madres y los padres para que los y las peques aprendan a perder?

Aprender a Perder

Es común ver niños y niñas que cuando compiten en juegos, si no ganan, se enfadan reaccionando con rabietas y malos gestos.

Pero, perder supone un oportunidad que, como mamis y papis, podemos aprovechar: enseñarles que de los errores también se aprende.

Aunque esto a veces nos cuesta verlo, queremos que aprecies algunos de los beneficios que trae consigo el perder.

  • Cada situación es una oportunidad de aprendizaje. Perder no es malo, nos sirve para aprender qué hicimos mal y cómo podemos mejorar para hacerlo bien la próxima vez.
  • Aprenden a ir dejando de lado el exceso de competitividad, y a disfrutar o divertirse del momento.
  • Fomenta la perseverancia: hemos de animarles a que se levanten y sigan intentándolo.
  • Aprenden a manejar y gestionar la frustración, algo muy importante a lo largo de toda la vida. Porque (creo que no es spoiler): en la vida no siempre se gana.

¿Cómo hacer para que los peques aprendan a perder sin que se sientan derrotados?

No le evites situaciones frustrantes

Es importante dejar que las niñas y los niños vivan sus experiencias, aunque ésta no sea del todo agradable. En ocasiones tendemos a darles todo lo que piden para evitar que se sientan mal.

Pero, si nunca se enfrentan al “no” o experimentan una sensación incómoda en un entorno seguro como es la familia, la experiencia será mucho más complicada cuando llegue ese “no” entre iguales.

Pon límites a su rabieta

Explícale a tu peque que es normal sentirse mal o triste cuando pierde en un juego, pero que no puede dejarse arrastrar por el enfado hasta comportarse de forma grosera, irrespetuosa o agresiva. Puedes usar frases como “Hoy has perdido, pero otro día ganarás”, “Si te enfadas no te permites seguir disfrutando de otras actividades”. 

Cuando cortamos su enfado le enseñamos a gestionar su frustración y autocontrolarse.

En caso de que la reacción del peque sea excesiva, sobre todo si llega a ser agresiva, es importante retirarle temporalmente del juego.

Sé un ejemplo a seguir

Predicar con el ejemplo es la estrategia más sabia. Si bien las palabras son importantes y hemos de dejarle claro que “lo importante es divertirse”, “no pasa nada si perdemos”, “ya habrá otra oportunidad”, aún resulta más importante como reaccionamos sus personas adultas de referencia cuando perdemos. Pregúntate ¿Qué le estás enseñando con tu reacción?

Cuando vas a verle en una competición ¿Cómo te comportas cuando pierden, o cuando las cosas no salen como esperabas? ¿Le fuerzas demasiado? ¿Siente que si pierde te va a defraudar?

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Haz hincapié en participar y disfrutar

Habla con tu peque, hazle ver el beneficio de participar y que el objetivo es disfrutar. No se trata de ganar o perder, se trata de pasar tiempo en compañía, reírse de las equivocaciones, que a través de las derrotas podrá conocerse mejor, etc.

Haz hincapié en participar y disfrutar

Habla con tu peque, hazle ver el beneficio de participar y que el objetivo es disfrutar. No se trata de ganar o perder, se trata de pasar tiempo en compañía, reírse de las equivocaciones, que a través de las derrotas podrá conocerse mejor, etc.

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De la misma manera que aprenden a perder, deben aprender a ganar

Como padre o madre debemos evitar en lo posible que los y las peques celebren su triunfo con burlas hacia quien pierde. Y aquí también hemos de ser referentes. No ridiculices a los rivales, no insultes en los partidos al contrario, se siempre un modelo de respeto para tu peque. Invítale a que salude a sus contrincantes, a que les felicite por su juego.

Enséñale que lo que no le guste que le digan o hagan a él/ella, tampoco debe hacérselo a los demás.

Si le ayudas a que aprenda a perder de una forma natural, no sólo estarás ayudándole a vivir el juego de una manera más sana, sino que estarás preparándole para ser mejor persona.

La Importancia del Juego en la Infancia

La Importancia del Juego en la Infancia

Vivimos inmersos en una sociedad que nos empuja de forma continua al esfuerzo, a competir con nosotros mismos, e incluso a ser mejor que los demás. En esa vorágine de constante superación personal incluimos en demasiadas ocasiones a los y las peques que se ven forzados, no solo a cumplir de manera ejemplar en el horario escolar, sino que deben seguir luego ese ritmo en las tareas de casa, los deberes propuestos desde la escuela, y entre unas y otras, asistir a las diferentes extraescolares, que en muchos casos incluyen, refuerzo, academias, idiomas, etc.

Importancia Del Juego En La Infancia

El verano es un momento ideal para romper de alguna manera con estas rutinas que en ocasiones olvidan que los niños y niñas son eso… niños y niñas, que tienen otros ritmos y otras necesidades para crecer y desarrollarse de una manera plena.

¿Por qué es tan importante el juego?

Los beneficios del juego son numerosos. 

Tantos que superan las posibilidades de un solo artículo, pero os damos algunas pistas!!

El primero que queremos señalar es quizás el más perceptible pero a veces el menos valorado: Las niñas y los niños disfrutan. Les ayuda a combatir el estrés y, en definitiva, supone un momento de distracción que les permite vivir la infancia como una etapa de felicidad, de libertad y descubrimiento.

El juego aporta y mucho al desarrollo social de los y las menores. Incluso cuando juegan solos/as sus juegos reflejan cómo entienden el mundo y resulta ser toda una fuente de información para familias y educadores/as. 

Al jugar con iguales aprenden a compartir, a seguir unas reglas o incluso a establecerlas en equipo. 

Es por tanto una herramienta muy potente para aprender a convivir, a comunicar, a relacionarse con los demás…

Con estas premisas, se entiende que también sea un elemento importante para su desarrollo emocional. 

En el juego simbólico, por ejemplo, los y las peques prestan sus sentimientos a sus personajes. Por tanto, tantean situaciones, comportamientos, desde la seguridad del juego, ensayando y probando con distintas posibilidades y reacciones.

¿Cómo debe ser ese juego?

Es importante que no sea una imposición. Debe ser libre, por lo que debemos tener cuidado en no convertirlo en una tarea obligatoria con un horario acotado.

Por supuesto, ha de ser también estimulante y adaptado a su edad. No tiene sentido que les incitemos a entretenerse con juegos donde constantemente van a necesitar nuestra ayuda. Sobre todo si no vamos a poder dársela. Sino, al no poder desarrollarlo con fluidez perderán el interés por él.

También debe ser… auténtico. Si es un juego donde alguien gana y alguien pierde, no es bueno que siempre les dejemos llevarse el oro. Claro está que en ocasiones levantaremos la mano y les dejaremos alzarse con el triunfo, pero ellos deben aprender a encontrarse en ambos lados de la balanza.

¿Cómo lo fomentamos?

En la actualidad muchos niños y niñas encuentran dificultades para jugar de manera tradicional por la sobreestimulación que en muchos casos les ofrecen las TIC, y a la hora de ponerse a jugar sin pantallas no saben por dónde empezar.

Las familias podemos ayudar dejando que se aburran. Nada estimula más el juego que no saber qué hacer. 

La imaginación se pone a trabajar y todo fluye. Sabemos que al principio puede parecer que no es así, pero deja que pase una tarde o dos sin saber que hacer… verás cómo juegan.

Hemos de crear ocasiones para jugar, momentos para divertirse sin tiempos excesivamente cortos para ello, porque puede hacer que se frustren al no poder expandir su idea de juego.

Ya hemos dicho que tenemos que dejarles tiempo para que se aburran pero, aunque parezca una contradicción, otra herramienta que las familias tenemos para fomentar el juego es jugar con ellos y ellas. Sin prisas y de una forma consciente, algo que a muchos adultos y adultas nos cuesta, y por eso el verano puede ser nuestro tablero de entrenamiento para el resto del año.

No se trata de que cada vez que queramos que jueguen nos pongamos con ellos o ellas, porque sabemos que esto no siempre es posible (ójala). Pero debemos encontrar los momentos oportunos para bajar al suelo y jugar. Podemos enseñarles aquellos que a nosotras y nosotros nos gustasen más de pequeños: juegos de balón, gallinita ciega, juegos de cartas, etc. Una vez que conozcan las reglas del juego se sentirán dispuestos a enseñarlos a sus amigos y amigas. 

Para facilitar el juego pueden tener elementos estimulantes que les inviten a ponerse manos a la obra. Esto no implica que tengan que tener la habitación llena de todo, porque eso en la mayoría de las ocasiones, por no decir todas, es contraproducente, pero sí que tengan lo justo para que el juego sea variado y divertido. Y aquí, hacemos un apunte: los juegos no tienen género. Reducir las posibilidades de juego teniendo en cuenta si son niños o niñas solo les resta oportunidades de diversión y fomenta roles estereotipados.

Lo que es muy útil para fomentar ese juego son papel y colores. Todo lo que no tengan lo podrán crear y ese proceso será en sí mismo un juego que los mantendrá entretenidos y disfrutando mientras trabajan la psicomotricidad fina, la organización de ideas, etc. también pueden recortar lo que precisen de la publicida que recibimos en el buzón. 

Por último, les encanta utilizar elementos reales. Por ejemplo, al jugar a las casitas, a la compra o a los restaurantes podemos darles lentejas, arroz o macarrones. También los rollos de papel higiénico, o los nevases de los yogures harán las delicias de tus peques a la hora de jugar.

No olvides que el juego es un derecho reconocido en la Convención sobre los Derechos del Niño (y la niña). ¡Anímalos a que vivan su infancia!

Educación afectivo-sexual y el beso ¿de la discordia? en Lightyear

Educación afectivo-sexual y el beso
¿de la discordia? en Lightyear

Hace poco se estrenó en cines la película Lightyear levantando un revuelo a su paso por el beso que se dan dos mujeres en el film. Así que lanzamos este artículo para intentar hacerte pensar en algunas cositas en las que a lo mejor no habías caído y darte algún consejo sobre cómo abordar con tus hijos e hijas este tema si te preguntan al ver la película.

Preparaos que vienen curvas.

Educación Afectivo
Imagen de a película Ligthyear de Pixar Animation Studios y Walt Disney Pictures

En primer lugar, para quien no la haya visto, te informamos que tienes que estar muy atento, pero que muy, muy atento o atenta si quieres ver el beso. Si parpadeas te lo pierdes. Difícilmente tres o cuatro segundos de una película podrán dar tanto que hablar.

Dicho esto, nos gustaría que reflexionarás sobre qué películas ven tus hijos e hijas. Seguramente han visto La Sirenita. Sí, esa película donde la protagonista, mujer, decide quedarse muda a cambio de intentar conquistar al hombre de sus sueños. Es posible que hayan visto la Bella y la Bestia, que nos muestra a una chica empoderada, de la que muchos se ríen porque es lista, porque lee, porque rechaza al guapo del pueblo que solo sabe enseñar músculos. Sí, esa Bella que finalmente decide quedarse con una Bestia que la ha secuestrado, al más puro estilo Síndrome de Estocolmo.

Imagen de la película Blancanieves de Disney

No nos remontamos a Cenicienta o Blancanieves, las dos besadas sin su consentimiento mientras duermen por un par de completos desconocidos, porque, seguramente para tus peques, son demasiado antiguas para que les haya interesado siquiera verlas.

(Y ni tan siquiera vamos a hablar de cuantos niños y niñas han visto El Juego del Calamar o juegan de forma habitual al Fornite… porque esto da para otro artículo)

No nos remontamos a Cenicienta o Blancanieves, las dos besadas sin su consentimiento mientras duermen por un par de completos desconocidos, porque, seguramente para tus peques, son demasiado antiguas para que les haya interesado siquiera verlas.

(Y ni tan siquiera vamos a hablar de cuantos niños y niñas han visto El Juego del Calamar o juegan de forma habitual al Fornite… porque esto da para otro artículo)

Imagen de la película Blancanieves de Disney

A nuestro tema.

No hay ningún problema en hacerle llegar a tu hijo, aunque más en este caso a tu hija, a través del mensaje de cuentos y películas, que debe normalizar que las mujeres son sometidas, abusadas y que admiradas ellas serán si calladas siempre están. El problema está en si el mensaje que le llega es que no importa a quien ame, siempre que haya respeto, consentimiento, siempre que no sea a costa de abandonar tus sueños… Ese mensaje, por lo visto, es peligroso.

¿Cómo trato con mi hijo o hija este tema al ver la película?

Nuestro consejo es muy sencillo: con total normalidad.

Si tu peque no te pregunta, no hace falta hablar nada. A él o ella le ha parecido todo normal y no se le ha movido un pelo al ver el beso. ¡Genial!¿Hablarías sobre un beso entre heterosexuales si tu peque no te pregunta? ¿No?
Pues sobre este tampoco hay más que hablar.

 

Si tu hijo o hija te pregunta, si le resulta raro porque a lo mejor nunca había tenido la oportunidad de cuestionarse sobre estas cosas, igualmente lo hablamos con normalidad. Los peques construyen lo que saben del mundo a través de lo que ven. Si no lo han visto en películas, cuentos, televisión, en la familia, es normal que pregunten. La respuesta es muy sencilla y se parecerá mucho a esto:  

“Cuando dos personas adultas se quieren mucho se besan, se dan muestras de cariño, tal y como hacemos papá y mamá. Se puede querer a personas de un sexo diferente al tuyo, como pasa con papá y mamá, pero también se puede querer a personas del mismo sexo como le pasa a esas dos chicas. Hay muchos tipos de familia. Hay familias con una única mamá o con un único papá. Los hay con abuelos y sin ellos. Los hay con dos mamás y con dos papás. Lo importante es el amor que se tienen y que se cuidan entre ell@s.”

Atención spoiler. Tu peque también te puede preguntar ¿Cómo puede ser que tengan hijos si son dos mujeres?

“Pues puede ser de varias maneras. Puede que hayan adoptado, que es cuando una persona o una pareja acoge a un niño o una niña que no tiene papás. Y así forman una nueva familia. También una mamá puede ir al médico y esté le ayudará a quedarse embarazada.”

Siguiente posible pregunta de tu peque: ¿Cómo? 

(Sí, hay peques que necesitan saberlo todo… Nosotros adecuamos el contenido y al lenguaje a su edad y lo explicamos.) 

“Para que un bebe nazca es necesario que un óvulo que es como una bolita que tienen las mujeres se una con un espermatozoide, que es como un gusanito que tienen los hombres. Si no hay un papá que aporte ese espermatozoide, el médico coge uno y lo une con el óvulo de la mujer para que pueda ser mamá.

 

Qué es lo que NO decimos

  • No decimos que qué dos mujeres se besen no es normal.
  • No les decimos que son muy pequeños para entender.
  • No les decimos que los bebes vienen de parís.

Aprovechamos la oportunidad del momento para hablar con normalidad, con un lenguaje adaptado a su edad y con la mayor sinceridad posible sobre la diversidad sexual. Porque si no sacia su curiosidad contigo lo va a hacer por otros medios, y puede que el mensaje que le llegue no sea el más apropiado o correcto.

Las familias debemos ser un lugar de encuentro, de conocimiento, donde nuestros y nuestras peques puedan sentirse libres para preguntar cualquier cosa.

Si esto en ocasiones te sobrepasa… no lo dudes, ponte en contacto con nosotras, que te asesoramos.

¿Estudiar en Verano? si… pero no…

¿Estudiar en Verano?
Si... pero No...

La llegada del verano suele poner a las familias en la tesitura de si seguir manteniendo rutinas de aprendizaje o si durante las vacaciones hemos de cerrar libros y olvidarnos de todo lo que nos recuerde al cole. Lo ideal es conseguir un equilibrio que les permita disfrutar de estos días al máximo pero que no les haga olvidar ciertas rutinas para que el regreso tampoco sea traumático.

Te damos algunas pautas.

 

Total desconexión durante al menos 15 días

¿Cuándo un adulto/a coge vacaciones se conecta durante “solo media horita” al trabajo para no perder sus rutinas? No (y si lo haces repiénsalo porque no es muy sano).

Los y las peques tienen derecho a desconectar totalmente. A olvidarse del cole, de los deberes, de las tablas de multiplicar, de la caligrafía… El cerebro necesita “oxigenarse” del estudio para recargar pilas y afianzar conocimientos. Por eso se establecen tiempos de descanso y hay periodos de vacaciones cada cierto tiempo en el cole. Si no nos tomamos estos momentos de desconexión dejamos de ser productivos en nuestro aprendizaje.

Pero ojo, no se trata de pasar todo el verano sin hacer nada de nada. Lo que os proponemos es un tiempo prudente de total (o casi total) apagado del estudio formal. Este puede rondar entre las 2 y 3 semanas y con eso los y las peques tienen tiempo para recargar pilas y vivir la plena sensación de estar de vacaciones.

Eso sí, no se trata de estar 24 horas ahora delante de tablets, ordenadores, televisión… Es el momento de hacer actividades al aire libre, visitar lugares, alimentar nuestra imaginación, leer…

 

Pasado este tiempo podemos establecer un momento al día o cada dos días para repasar. Podemos utilizar libros de actividades de verano para no tener que utilizar los del cole. Siempre les resultará más atractivo y prácticamente todas las editoriales basan estos libros en el temario oficial, por lo que estarán repasando lo que ya han estudiado en el aula.

Estudiar En Verano

Con rutinas pero flexibles

Si tienes peques ya sabrás que la ausencia de rutinas por lo general no les hace más felices. Al contrario, les puede producir estrés, apatía, frustración…

Es importante que establezcamos un pequeño horario que les permita saber que van a hacer durante el día, y que sea un horario más o menos estable durante las vacaciones. Eso sí, sin olvidarnos de que son momentos especiales y que hay que ser flexible a la hora de poder introducir cambios. Por ejemplo, es importante mantener una rutina de sueño. 

 

 

Ellos y ellas siguen necesitando descansar un mínimo de horas, y más en verano donde consumen mucha energía física. Es normal que se acuesten algo más tarde, pero tenemos que tener una hora límite donde deben descansar. Esta rutina nos la podemos saltar algún día si estamos en las fiestas del pueblo, o haciendo una actividad especial durante alguna noche, pero no es bueno que cada día se acuesten a una hora diferente por norma, porque les puede llegar a afectar.

El ratito de “deberes de verano” es preferible que sea por la mañana, cuando están más descansados. Por ejemplo después del desayuno y antes de hacer actividades de esparcimiento como ir a la piscina, la playa, los chorros del parque… Tampoco es bueno que le dediquemos demasiado tiempo a que estén sentados escribiendo. Hay que adaptarlo a la edad. 

Aprendemos otras cosas

Debemos recordar que cualquier lugar o situación es una buena ocasión para aprender algo nuevo o comprobar y reforzar lo aprendido durante el curso.

Las vacaciones son un momento ideal para, por ejemplo, aprender valores como la corresponsabilidad en las tareas del hogar, ser más ordenados, cuidar la naturaleza, especialmente cuando salimos a la playa o al campo… Esto también es aprender.

También el valor de la familia. En verano solemos tener más tiempo para pasar con ellos y ellas, estamos menos estresados… es un momento ideal para estrechar nuestros lazos haciendo actividades juntos como salir con las bicis, nadar, juegos con el balón… Con esto también les ayudamos a ejercitar su cuerpo y vencemos la tentación de pasarnos el día tumbados en el sofá.

 

Aprendemos de otras formas

La psicomotricidad fina, por ejemplo, podemos trabajarla haciendo pulseras y collares de abalorios.

La escritura (ortografía, caligrafía, gramática…) a través de escribir nuestro propio diario de las vacaciones. En él también podemos pegar recuerdos como las entradas de la peli que hemos visto en el cine, o el ticket del libro que nos hemos comprado, o las fotos que nos hayamos hecho durante el verano…

Repasamos ciencias con lo que observamos, como los ecosistemas, el clima, tipos de animales. Podemos repasar geografía viendo en un mapa donde vamos a ir de vacaciones, a que comunidad autónoma pertenece, que rio vamos a visitar…

 

Ni que decir visitando museos, exposiciones. La gran mayoría tiene visitas preparadas para los y las peques, con actividades interactivas para que les sea mucho más divertido.

En definitiva, hemos de dejarles disfrutar del verano e intentar que lo que tengan estudiar o repasar sea de una forma sosegada y tranquila. Y siempre teniendo en cuenta que son niños y niñas… ¡Dejémosles disfrutar de ello!

 

Consecuencias Negativas de Gritar a tus Peques

Consecuencias Negativas de Gritar a tus Peques

Los papás y las mamás estamos acostumbrados a hacer valer nuestra opinión ante cualquier situación que se nos dé con nuestros hijos e hijas.

Cuando infringen alguna norma, cuando no hacen las cosas con la celeridad que nos gustaría, cuando preguntan ¿demasiado?, cuando pelean entre sí… Cualquier situación parece buena para imponer nuestra autoridad. Y, para estar seguros o seguras de que el mensaje llega, les gritamos.

 

Pero alzar la voz a nuestros hijos e hijas nunca da el resultado que queríamos. Incluso cuando lo pueda parecer. Sin embargo trae consigo consecuencias negativas que debemos tener en cuenta. 

¡Toma nota que aquí vienen algunas!

No Escuchan

Lejos de lo que pudiera parecer, cuanto más alces la voz menos atención te prestará. Puede que hayas conseguido que te mire, pero escuchar, no está escuchando. Cuando alguien te grita a ti ¿Le prestas atención o tu cabeza está pensando “¿de qué va este ti@? ¿Por qué me grita? ¿Quién se ha creído que es?” ?

Su atención no estará puesta en lo que le dices, sino en cómo lo dices.

 

¿Quieres realmente que te preste atención? Quita distracciones. Pausa la televisión, bájate a su altura y háblale de forma tranquila.

Estás rompiendo el vínculo.

Que levante la mano aquel o aquella que se sienta mejor con un jefe que le grite a estar con uno que le hable con respeto.

Cada vez que le grites estarás poniendo un nuevo ladrillo en el muro que os separa. Gritarle es un modo de violencia, y hay estudios que indican que las consecuencias son similares a las que tendrían si estuviéramos ejerciendo un castigo físico.

 

Estarás provocando que te perciba como un adulto frio y distante, por lo que lo único que estás consiguiendo es perjudicar vuestra comunicación, que no te cuente sus problemas o errores por miedo a que le grites. No estás provocando respeto, lo cual potencia el vínculo, sino asustándole, lo que le aleja. 

Tiene efectos negativos en su autoestima.

Gritar es un abuso de poder. Gritar a un niño o niña, teniendo en cuenta que se encuentra en una situación de inferioridad (por tamaño, por fuerza, por edad…), es un acto humillante que afecta gravemente a su autoestima. No se sienten queridos ni valorados y les puede afectar a su forma de relacionarse.

Todos sentimos la necesidad en algún momento de gritar, por eso, es necesario que trabajemos nuestras emociones, que aprendamos a identificarlas para poner en marcha los mecanismos necesarios para reaccionar de una forma más positiva. 

¿Sientes la necesidad imperiosa de gritar? Pues no es el momento de hablar. Respira y cambia el chip.

 

4 Pautas para Evitar Estresar a Nuestros Peques​

4 Pautas para Evitar Estresar a Peques

El ritmo de los y las peques es sin duda muy diferente al nuestro.

Ellos no tienen la conciencia del tiempo que tenemos nosotros y sin embargo vivimos tan inmersos en nuestros ritmos de vida, que sentimos que son ellos quienes deben adaptarse.

 

 

Esto conlleva en muchos casos no respetar los ritmos o necesidades de su etapa evolutiva. Les obligamos a acelerar, les apremiamos, les estresamos.

Somos conscientes de que tampoco podemos parar el tiempo para ellos. Hemos de cumplir ciertos horarios, y eso a veces causa conflicto en casa. Perdemos la paciencia, gritamos, amenazamos, exigimos, nos desesperamos…

Evitar Estresar A Peques

Os dejamos 4 claves para cumplir con el horario desde una crianza respetuosa y no morir en el intento.

1. Diseña un calendario

Hacerlo de forma visual para que incluso los más peques sepan que toca en cada momento. Podéis plastificarlo y eso permite reutilizarlo, pintar encima, pegar posits, etc. De esta manera tus hijos e hijas podrán señalar que han hecho en cada momento y visualizar que es lo siguiente.

Debéis tener en cuenta que ellos y ellas necesitan cierta organización para desarrollarse pero también que tienen una edad concreta, y que no podemos ni debemos exigir ritmos de adultos.

Organiza el calendario pensando primero en aquellas actividades o situaciones que no se pueden aplazar ni cancelar: horario de entrada al colegio o al trabajo, cita médica, horarios de viaje, etc.

Luego piensa en aquellas que se pueden flexibilizar: hora de levantarse, horario de comidas, hora de ir al parque, etc. No estamos diciendo que nos podamos saltar las comidas o que no exista una hora concreta para ellas. Se trata de que reflexionemos si generamos demasiada presión para comer a las 14:00 cuando no pasa nada si se come a las 14:30.

Y luego, da una vuelta a aquellas actividades que a lo mejor hay que eliminar. ¿Siempre llegamos tarde o produce un malestar generalizado llegar puntual a cierta extraescolar? A lo mejor debemos pensar si es la adecuada por horario, ubicación, etc.

2.       Sitúa un reloj a la vista que os sirva de referencia.

Como ellos y ellas no tienen la misma conciencia del tiempo hemos de conseguir que entiendan que ciertas actividades tienen una hora de finalización, y que no adecuarnos a ello tiene consecuencias.

Lo ideal es poner un reloj grande donde ellos puedas visualizar cuanto tiempo tienen. Al principio les costará, pero os aseguramos que se hacen a ello. Hay que señalarles cuanto tiempo tienen, y explicar la consecuencia que acarrea no hacerlo: Cuando la aguja grande este en el 6 debemos haber terminado sino nos quedara menos tiempo para estar en el parque.

Recordar que no son amenazas ni castigos, simplemente es anticiparle que el tiempo no se puede alargar, y que si gastamos mucho tiempo en una actividad nos queda menos para otra.

Por ejemplo, si la extraescolar que crea conflicto es algo que le encanta, debemos explicarle la situación, desde el amor y asegurando que lo entiende: 

Cariño, no podemos discutir cada día por este tema, porque a mi me gusta cuando estamos contentos. Si quieres seguir yendo debemos organizarnos ¿Qué te parece si nos ponemos un poco antes con los deberes para asegurar que terminamos a tiempo? Porque no podemos ir si los deberes no están terminados.

3. Anticípate al horario

Nosotros y nosotras sí tenemos la capacidad de anticiparnos a lo que tenemos que hacer. No se trata de estresarnos más sino todo lo contrario. De clarificar las siguientes tareas y ayudarles a ellos a que cumplan con el horario.

Por ejemplo avisarles con antelación cuanto tiempo queda para concluir una actividad para ayudarles a ir teniendo conciencia de lo que “dura” el tiempo: “Nos quedan 10 minutos para ir a lavarnos los dientes, vale?”.

En esta anticipación de horario se incluye nuestra planificación. 

Por ejemplo: No tiene sentido que el día que más actividades tenga, o que sea importante llegar puntual a algo pongamos a lo mejor de comida el plato que menos les gusta. Tenemos que ser conscientes que cuando la comida no es de su agrado tardan más, justo el día que necesitamos que vayan algo más rápido.

4. Fomenta su autonomía

Los papás y las mamás intentamos llegar a todo, asumiendo nuestras responsabilidades y a veces también las de nuestros peques. Pero es esencial que ellos hagan solitos todo lo propio para su edad.

Enseñarles requiere paciencia, y a veces sentimos que si lo hacemos nosotros por ellos ganamos tiempo porque vamos más deprisa. Pero potenciar su autonomía es invertir un tiempo que luego reporta muchos beneficios. 

Que se aseen o vistan solos, que recojan sus juguetes, que lleven su ropa sucia al cesto, que hagan sus deberes solos sin que nos tengamos que sentar a su lado, etc., les hará ganar autoestima, potenciará su vínculo familiar y tú ganaras espacio, tiempo y paz.

No podemos olvidar que son niños y niñas, no adultos. Sus prioridades son diferentes a las nuestras, y si bien debemos ayudarles a que se organicen no podemos exigirles llevar un ritmo de vida que no es propio para su edad. Su desarrollo, tanto físico como emocional, psicológico, etc., dependerá mucho de como viven su niñez. Crecer van a crecer… dejémosles también disfrutar de la libertad temporal propia de su infancia.                                                                        

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3 Beneficios de la Relación entre Abuelos y Nietos

3 Beneficios de la Relación entre Abuelos y Nietos

Cuando nos referimos a la familia, normalmente prensamos en la familia nuclear, los progenitores/as y sus hijos e hijas. Pero en un concepto más general de familia también se incluye a otros miembros que influyen en la educación de los y las peques. Entre ellos los abuelos y abuelas tienen una posición especial.

Y es que, la relación entre los abuelos y abuelas y sus nietos, cuando esta es afectiva y asidua, tiene un valor trascendental, que aporta grandes beneficios a la familia.

 

Relación Entre Abuelos Y Nieto

1. Aportan estabilidad

Nos referimos al hecho de que ofrecen una estructura más amplia de lo que es una familia, y por lo tanto, los y las peques se sienten más arropados. Su círculo seguro es más grande y se afianza su sentimiento de pertenencia a la familia.

Además, el amor de los abuelos y abuelas es incondicional. No tienen esa presión por educar, por lo que suelen relacionarse de una manera más fluida y con menos conflictos con los menores. Por eso, ellos los perciben como aliados, como un hombro en el que desahogarse cuando tienen roces con sus padres o madres.

2.       Participan de una visión más amplia de la vida

La relación entre los abuelos y abuelas y sus nietos hace que estos últimos tengan acceso a una historia de vida muy diferente a la propia. Les hace descubrir que las cosas no siempre fueron como ellos las conocen y por tanto van relativizando también la creencia de que las cosas son como son. Les conecta con la historia.

Por eso es muy importante que nosotros y nosotras demos ejemplo a los peques y escuchemos atentamente a nuestros mayores. Dejarles contar su vida, su historia. No nos privemos ni privemos a nuestros peques ni de los recuerdos buenos de sus abuelos, ni de los malos, porque todos son una lección de lo que significa estar vivo.

Invitar a los y las peques a que pregunten a sus abuelos y abuelas sobre los temas que dan en el colegio, sobre como vivieron momentos históricos, etc. Nuestros mayores son historia viva y debemos aprovechar la fortuna de tenerlos con nosotros.

Pero ojo, porque nuestros mayores también reciben una visión actualizada del mundo al pasar tiempo con sus nietos y nietas. Les hace estar conectados con el presente, actualizarse y participar activamente de las ventajas de nuestro tiempo.

3. Son una fuente inagotable de educación en valores.

Y es que, la educación que ellos recibieron es muy distinta a la de nuestros peques. Esto no significa que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor, ni tampoco que nuestros hijos e hijas no estén educados en valores. Pero la cercanía personal con la que se vivía en los tiempos de nuestros mayores no es igual a la de hoy.

Los abuelos y abuelas estaban acostumbrados a pedir las cosas por favor, a dar las gracias, a escuchar a los adultos, etc. También estaban educados en la paciencia, ya que no tenían acceso a la inmediatez a la que estamos acostumbrados en nuestros días.

Todas estas enseñanzas son de gran valor en la educación de nuestros peques, al mismo tiempo que hace que los abuelos y abuelas sientan que su experiencia es útil en la educación de sus nietos.

Para poder aprovechar al máximo todos estos beneficios hemos de conseguir que se puedan ver de forma asidua, pero también tener presente el no abusar de los tiempo en los que les dejamos al completo cuidado de nuestros hijos e hijas, para que no deje de ser un momento agradable para todos.

Para poder aprovechar al máximo todos estos beneficios hemos de conseguir que se puedan ver de forma asidua, pero también tener presente el no abusar de los tiempo en los que les dejamos al completo cuidado de nuestros hijos e hijas, para que no deje de ser un momento agradable para todos.

Recordamos que nuestros mayores ya han cumplido con la educación de sus hijos y se han ganado el derecho de disfrutar de su madurez.

3 Consejos para Coeducar en Familia

3 Consejos para Coeducar en Familia

Coeducar significa educar a los niños y niñas en igualdad de condiciones, sin hacer diferencias ni distinciones por el sexo con el que nacen. Esto es esencial para la romper con la discriminación por razón de sexo que por desgracia aún persisten en nuestra sociedad. 

Esta discriminación tiene su raíz en la idea que la sociedad se ha formado de cómo se debe comportar cada persona según el atributo sexual con el que nace. Ese rol que se le presupone a cada cual al nacer es lo que conocemos por género. No estamos por tanto hablando de diferencias biológicas, sino de la interpretación social, del significado social que se ha impuesto a dichas diferencias a través de la cultura.

Uno de los ámbitos con mayor influencia tiene en la consolidación de dichos roles, y el mantenimiento de las concepciones estereotipadas sobre lo femenino y lo masculino, es la familia.

La coeducación es una de los caminos para construir una sociedad más justa, donde niños y niñas tengan por delante las mismas oportunidades. Esta coeducación debe darse en todos los ámbitos donde se desarrolla la vida de nuestros y nuestras peques. En la escuela, por supuesto, pero también en los medios de comunicación, en la cultura, en la vida del barrio… y como no, de una manera muy especial en el seno de las familias.

Pero no se trata solo de lo que padres y madres pretenden enseñar a sus hijos e hijas. Tiene un peso aún mayor sus actitudes al respecto, sus expresiones cotidianas, su forma de relacionarse, su forma de actuar.

Aquí os dejamos 3 consejos para empezar a caminar hacia una coeducación en vuestros hogares:

1. Da ejemplo de igualdad en tu relación

Si somos pareja heterosexual y nuestros hijos e hijas ven que en casa quien realiza las tareas es sólo mamá entenderán que así deben ser las cosas. Debemos tener presente que los y las peques aprenden más por la experiencia que por lo que le digamos.

También que suelen ser muy perspicaces. Podemos decirles que mamá trabaja en casa y papá trabaja fuera, si ese es el caso, pero cuando papá está en casa… papá también tiene que hacerse responsable de su parte. Cuando ambos están en casa, ambos deben repartir lo que queda del trabajo del hogar.

Como ya se ha comentado, la idea que se forman los y las menores sobre como tienen que comportarse se establece por lo que ven a su alrededor, como entienden su entorno, como lo viven. No es únicamente lo que escuchan, que también, sino como se relacionan con las situaciones a las que se enfrentan cada día. Una familia puede apostar por educar en igualdad, pero su éxito estará en gran medida condicionado por cómo y en qué medida viven la igualdad.

El reparto también incluye a los y las hijas. 

Debe de una vez quedar atrás que exijamos a las niñas que ayuden con las tareas de la casa, limpiar, hacer camas, la compra… y nos olvidemos de los niños. En casa todos y todas colaboran. 

Ojo, no ayudamos a mamá, toda la familia es corresponsable del cuidado del hogar.

El reparto también incluye a los y las hijas. 

Debe de una vez quedar atrás que exijamos a las niñas que ayuden con las tareas de la casa, limpiar, hacer camas, la compra… y nos olvidemos de los niños. En casa todos y todas colaboran. Ojo, no ayudamos a mamá, toda la familia es corresponsable del cuidado del hogar.

2. Trato igualitario hacia nuestros hijos e hijas

A veces, sin darnos cuenta, las familias repetimos y perpetuamos los roles de género desde que nacen. Y esa forma inconsciente de comportarnos con nuestros hijos e hijas les va concretando que es lo que esperamos de ellos y ellas, y responden intentado encajar en esa percepción.

Pregúntate cuántas veces te diriges a una niña diciéndole cosas como ¡que guapa estás! ¡pero qué princesa!

Cuántas veces lo primero que te sale al comunicarte con un niño es: ¡qué fuerte estás! ¡qué mayor y grande te estás haciendo!

 

 

Ser conscientes de que nos queda mucho por desaprender y aprender, es un primer paso muy importante.

Algunas ideas para ese trato igualitario es no dar por sentado las cosas. Ofrecerles, independientemente de que sean niños o niñas, las mismas posibilidades a la hora de elegir deporte, los mismos juguetes, animarles a que expresen sus sentimientos, sus gustos, sin encasillarles ni criticarles por sus decisiones.

Ser conscientes de que nos queda mucho por desaprender y aprender, es un primer paso muy importante.

Algunas ideas para ese trato igualitario es no dar por sentado las cosas. Ofrecerles, independientemente de que sean niños o niñas, las mismas posibilidades a la hora de elegir deporte, los mismos juguetes, animarles a que expresen sus sentimientos, sus gustos, sin encasillarles ni criticarles por sus decisiones.

3. Ayuda a reducir los estereotipos de género que les llegan.

No todo el mundo está concienciado o sabe como romper con ciertas costumbres. Pero quien educa a tus hijos e hijas eres tú. Cuando alguien, la mayoría de veces sin ninguna mala intención, se relaciones con tus peques con estereotipos de género toma partido.

Si los abuelos o abuelas, otros familiares, amistades, etc., critican a tu hijo o hija por jugar con juguetes que históricamente se han considerado del otro sexo, por preferir un color que consideran que no es apropiado para el o ella, etc., pídeles que no hagan esos comentarios.

También intervén cuando les digan frases como “los chicos no lloran”, “las chicas bonitas no juegan al futbol”, “el rosa en color para niñas”, “con el pelo corto pareces un chico”, etc. No dejes que coacciones a tus peques para que dejen de ser como son.

Aun nos queda camino para conseguir una verdadera igualdad entre hombres y mujeres. Nuestros y nuestras peques lo tendrán mucho más fácil si empezamos a romper las barreras que les encasillan. 

Es una de las mejores cosas que podemos hacer por nuestra familia.

Cómo Actuar ante las Explosiones de Ira de los Peques

Cómo Actuar ante las Explosiones de Ira de los Peques

¿Has vivido alguna vez una explosión de ira de tu hijo o hija? 

¿Cuándo se enfada insulta, pega, grita, rompe cosas o se autolesiona? 

Estas situaciones pueden ser una fuente de tensión y malestar en la familia. Por eso, aprender a contenerlas es sin duda esencial para mejorar el clima familiar. 

¿Por qué mi peque tiene arranques de ira?

Todos y todas vivimos situaciones que nos producen frustración y angustia. Las tensiones del día a día, el trabajo, a veces incluso un cambio de plan inesperado lleva a las y los adultos a sentir enfado. Estas mismas sensaciones las viven los peques de la casa, con un hándicap añadido: su cerebro no está totalmente desarrollado y tienen más dificultades para controlar su reacción.

Todos y todas vivimos situaciones que nos producen frustración y angustia. Las tensiones del día a día, el trabajo, a veces incluso un cambio de plan inesperado lleva a las y los adultos a sentir enfado. Estas mismas sensaciones las viven los peques de la casa, con un hándicap añadido: su cerebro no está totalmente desarrollado y tienen más dificultades para controlar su reacción.

La corteza prefrontal termina de desarrollarse entre los 20 y los 25 años, y está directamente relacionada con la regulación de la ira, en concreto con la respuesta que damos ante este sentimiento. Por tanto, es muy difícil que los más pequeños respondan con calma ante situaciones que les incomodan.

 

Por eso, controlar conductas violentas en los peques cuando sienten ira es un trabajo de largo recorrido. Pero no podemos darnos por vencidos ya que resulta esencial para su desarrollo psicosocial.

¿Qué puedo hacer para que mi peque no llegue a tener una explosión de Ira?

Para poder anticiparnos a estás reacciones hemos de saber identificar cuando se van a producir. Hemos de saber leer en nuestros y nuestras peques cuando se está gestando la explosión. Y es que normalmente hay señales que nos anuncian lo que va a ocurrir: cambios en el tono de voz, en el ritmo de la respiración, situaciones concretas que suelen ser desencadenantes, etc.

 

También es importante que ellos mismos aprendan a percibir que su enfado está llegando a un momento de explosión, para que puedan pedir ayuda antes de colapsar. Para lograrlo debemos hablar sobre sentimientos y ayudarle a identificar cómo su cuerpo anuncia que se está enfadando. Podemos hacerlo preguntándole cosas como ¿Has sentido calorcito en la barriga? ¿Has apretado los dientes? ¿Has sentido como una nubecita en la cabeza?

Cuando identifico que va a ocurrir... ¿Qué puedo hacer?

Cuando nos damos cuenta, o ellos nos avisan, de que se puede producir una explosión de ira, podemos utilizar diferentes técnicas:

  • Técnica de la pregunta: Se trata de hacerles una pregunta que les desconcierte para que pongan el foco de atención en otra cosa. Puede ser algo absurdo, o algo que sepamos que les hace reír. Por ejemplo ¿Tú también has visto a la vaca volando?
  • También podemos hacer ejercicios de respiración, o cualquier técnica de relajación. Estás son mucho más efectivas si están acostumbrados a hacerlas también en momentos de calma.
  • Por el contrario, podemos utilizar técnicas de desfogue, que les descargue de ese extra de adrenalina que está nutriendo su ira. Podemos bailar, correr, saltar…

¿Y si no he llegado a tiempo para detener la explosión?

En este punto es aún más importante que nosotros o nosotras mantengamos la calma. No podemos esperar que los y las peques aprendan a controlar su frustración si nosotros no somos capaces de mantener la nuestra.

Y llenos de calma validamos sus sentimientos. Sí, los validamos. Porque enfadarse es totalmente legítimo. No es su sentimiento lo que debemos reconducir, sino su reacción ante el sentimiento. Podemos utilizar frases como “Veo que estás muy enfadado”, o “Entiendo que te enfades. Yo también me siento mal cuando…”.

Es importante entender que el foco no lo debemos poner en el sentimiento, sino en la reacción. Porque si lo que hacemos es enseñar a los peques a esconder sus sentimientos, a no mostrar su descontento, podemos provocar otro tipo de problemas: explosiones más violentas cuando ya no pueda contener la frustración, depresiones por guardarse dentro todo lo que le afecta, etc.

Si en la explosión de ira intenta hacerse daño, romper cosas o pegar a alguien, es importante que lo contengamos, incluso si es necesario reteniendo al peque en nuestro brazos. No empleando la violencia, sino consolando y validando su sentimiento.

Acto seguido hay que explicar que la reacción violenta no es
válida
: “Estar enfadado no es excusa para que insultes o pegues”. 

Si en la explosión de ira intenta hacerse daño, romper cosas o pegar a alguien, es importante que lo contengamos, incluso si es necesario reteniendo al peque en nuestro brazos. No empleando la violencia, sino consolando y validando su sentimiento.

 

Acto seguido hay que explicar que la reacción violenta no es válida: “Estar enfadado no es excusa para que insultes o pegues”. 

Hay que poner el acento en las consecuencias de sus actos y una vez que este calmado deberá restaurar lo que haya ocasionado. No se trata de obligar a que pida disculpas sin más, porque en muchos casos ni siquiera entienden el mecanismo de la disculpa. Pero pueden expresar que lo sienten con sus propias palabras, si han lanzado cosas tendrán que recogerlas (podemos ayudarles, pero ojo… nosotros les ayudamos a ellos, no ellos a nosotros), etc.

Utilizamos la experiencia para aprender

Es importante que aprovechemos la situación para aprender para el futuro, por ejemplo dándoles alternativas de como expresar su enfado: podemos hacer un juego de mímica, o de expresión facial para que vea que el enfado se refleja en el rostro, y que no es necesario romper nada, ni gritar para que nos demos cuenta. 

También hay que enseñarle a expresar verbalmente su disgusto, que sepa decir como se siente. Los peques deben aprender desde bien pequeños a ser empáticos, pero también a ser asertivos y expresar lo que les duele.

Por último, hay que tener en cuenta que si el enfado ha venido sobrevenido por una conducta injusta hacia él (le han quitado un juguete, le han empujado, no le hemos escuchado cuando lo ha pedido educadamente…) son ambas conductas las que deben recibir atención por nuestra parte. Es decir, no podemos dejar de actuar ante el arranque de ira porque su enfado sea “justo”, ni tampoco podemos dejar de actuar sobre la injusticia porque la respuesta del agraviado haya sido desmedida.

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